Hace varios meses —casi un año—, publicamos un artículo de la académica Fátima Alfonso Pinto sobre Memorias de la pivihuarmi Cuxirimay Ocllo, de la escritora quiteña Alicia Yánez Cossío. La novela se construye a partir de Suma y narración de los incas, un libro escrito por el cronista español Juan de Betanzos en la época de la conquista, quien se basó en las historias que le contaba su esposa, Cuxirimay Ocllo, sobre el pueblo inca. El texto de Fátima Alfonso, presentado en el Congreso de Ecuatorianistas 2016, es sobre todo tres cosas: un análisis sobre cómo se construye la narración de Yánez Cossío, una reflexión en torno a si el libro tiene un corte feminista, y un contraste sobre los datos históricos que usa la autora.
«¿Una novela histórica en clave feminista?», se pregunta Fátima Alfonso desde el título . En un mismo artículo, la académica celebra la ejecución literaria y cuestiona el trabajo de investigación de la escritora y ensaya una reflexión subjetiva muy informada. Y para hacerlo se sostiene en una comparación de otros trabajos literarios y una recopilación de datos históricos, atravesados por la teoría feminista. Una crítica en toda regla. Un tipo de crítica que hace falta que se vuelva cotidiana en el país.
Cuidemos la perspectiva: En Ecuador hay crítica literaria. Hay gente que lo hace a menudo —la mayoría desde la academia—, y no faltan las publicaciones donde puedan encontrarse estas miradas. Este año, por ejemplo, Eskeletra editó dos libros de recopilación de la crítica del escritor guayaquileño Miguel Donoso Pareja, conocido también por sus talleres de formación literaria: Nuevo realismo ecuatoriano (1984) y Los grandes de la década del 30, en un intento por recuperar el trabajo del narrador fallecido en 2015.
Pero también debemos cuidar las perspectivas en otro sentido: nuestra industria editorial lucha para sobrevivir frente a la audiencia que ofrece un país sin plan nacional de lectura. Si ya es difícil que, por ejemplo, un autor encuentre lectores para sus libros, la cosa debe ser, en principio, más difícil aún para un libro de crítica que hable de ese autor.
Hace falta que la crítica, positiva o negativa, académica o empírica, se asiente en los medios de comunicación masivos, abriéndose así a un público más amplio. Y el desafío es gigante, porque —volvamos a esto— el público para la literatura ecuatoriana no es muy amplio, lo que implica que, en ocasiones, la crítica necesita la solidez para funcionar de modo que no sea necesario leer antes el libro.
Esta edición incluye dos perspectivas sobre la crítica ecuatoriana, a las que acompañan dos ejercicios: el de Humberto Robles en Hacia Ecuadores y Allende, y el de Wilfrido H. Corral, cuya obra Condición crítica es comentada por el poeta venezolano Josu Landa.